lunes, 3 de octubre de 2011

Globalización, mucho más que los BRIC

El auge de Brasil, Rusia, India y China, pero también de otras potencias emergentes como
Indonesia, México, Vietnam o Turquía está modificando el orden económico mundial.

En noviembre del año pasado, el Fondo Monetario Internacional aprobó reformar la composición de su directorio, la distribución de las cuotas y por tanto los derechos de voto. La entidad, entonces dirigida por Dominique Strauss-Kahn, traspasó de hecho un 6 % de las cuotas relativas hacia los países de mercados emergentes. "Significa que ahora los 10 principales accionistas realmente representan los 10 principales países del mundo, a saber, Estados Unidos, Japón, los cuatro mayores países de Europa y las cuatro economías del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China). El orden de importancia de los países es ahora realmente el que tienen en la economía mundial", afirmó el ex director del FMI. Lo que no dijo públicamente Strauss-Kahn es que la modificación del Tratado de Bretton Woods de 1944 significaba la cesión de dos cupos a los BRIC en detrimento de Europa.
El nuevo reparto no es sino producto de una tendencia al alza. Entre 1990 y 2010, el 42 % del aumento del PIB mundial se produjo en las economías emergentes. Sólo en la primera década del siglo XXI el porcentaje aumentó hasta el 54,5 %. La crisis ha acelerado esta redistribución de la riqueza planetaria hasta el punto de que en los últimos tres años, el 80,7 % del aumento del PIB se debió al crecimiento de las economías emergentes. El mapa, no obstante, será diferente en 2050. Si el año pasado Europa representaba el 26 % del producto bruto mundial, en apenas cuatro décadas el procentaje se reducirá al 18 %. Por contra, otras regiones serán mucho más poderosas. China pasará del 9 % al 21 %, India del 2 %al 14 %, Indonesia del 1 % al 4 % y América Latina del 8 % al 10 %.
América del Norte, con los todopoderosos Estados Unidos y Canadá, verá menguada también su influencia. Si el año pasado representaba una cuarta parte del PIB, en 2050 apenas alcanzará el 15 %, según las estimaciones de diversos organismos internacionales, recogidos por Pablo Bustelo, del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales.
Estas cifras dan una idea del rápido reequilibrio que se está produciendo en la correlación mundial del peso de las economías. Y explica en gran medida las fuertes tensiones de liquidez, confianza de los inversores y sequía financiera de la eurozona. Algo que tiene consecuencia directa sobre la microeconomía, sobre las empresas, economías domésticas y cuentas públicas. "Los mercados de Europa Occidental y América del Norte han dejado de ser la referencia fundamental, pues buena parte de la expansión de la demanda está localizada en otros continentes", sostienen los informes elaborados desde el Instituto Valenciano de la Exportación (IVEX).
China e India son las locomotoras del nuevo orden mundial. De seguir así, en el próximo cuarto de siglo superarán en renta per cápita a Italia y España. Poco después rebasarán a Estados Unidos en términos de PIB absoluto. Un ritmo similar presenta Brasil, mientras Rusia, aunque se desacelera por un envejecimiento de su población, logrará mantenerse por encima de Alemania o Reino Unido.
Pero además de los BRIC hay otros países que están contribuyendo a equilibrar las tradicionales desigualdades entre Occidente y Oriente. Son los denominados N11 (next eleven o grupo de los próximos once). Bangladesh, Egipto, Indonesia, Vietnam, Corea, México, Pakistán, Irán, Filipinas, Turquía o Nigeria van a poder competir dentro de un tiempo con las economías del G-7, aunque sin alcanzar la pujanza de los grandes emergentes.
El grupo de los N11 ha ido aumentando su peso en la economía y el comercio mundial hasta contribuir con un 9 % al crecimiento del PIB global en los últimos años. Su gran población convierte a estos países, junto con los BRIC, en uno de los motores del consumo en los próximos años, soportado por el ´espectacular´ crecimiento de su clase media y alta. En 2050, el PIB del N11 podría alcanzar las dos terceras partes de la riqueza del G-7.
¿Qué papel desempeña España desde esta nueva perspectiva multipolar y alejada de eurocentrismo del último siglo? Pues de momento poco. España tiene como gran reto ser capaz de ofrecer a las nuevas potencias productos atractivos para su creciente clase media y tratar de ganar competividad para evitar que las nuevas ´fábricas´ del mundo dinamiten su tejido productivo. En los últimos quince años, las importaciones de productos procedentes de Asia se han disparado cerca de ocho puntos. Si en 1995 la entrada de mercancías de las economías japonesa, china e India representaban el 11,9 % del total de las importaciones, en 2010 el porcentaje alcanzó el 19,4 %, casi la quinta parte. En paralelo, las compras a Estados Unidos y la Unión Europa han descendido del 6,4 % al 3,9 % y del 63,5 % al 54,6 % respectivamente, según datos de Datacomex. En el otro lado de la balanza comercial, las exportaciones españolas no presentan la misma tendencia. Las ventas a Asia incluso han pasado de representar el 7,6 % en 1995 al 7,5 % en 2010. La UE sigue siendo el principal cliente de los productos españoles. Y Europa, enredada en su propia confusión, no simboliza precisamente el futuro en términos de crecimiento de consumo.

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